PARA ENTENDER A SANTA ROSA

¿Cómo entender esta ciudad, que elige y se deja gobernar por un autoritario que no está en sus cabales? ¿Es real su tradición pionera de solidaridad y progreso?

En la década del '20, Santa Rosa fue descripta por un anarquista como una ciudad de "presupuestivoros, aves negras y socialistas que invocan a los espíritus". Es decir, los que ya vivían colgados del presupuesto estatal, los abogados y los curiosos socialistas que eran, a la vez, espiritistas.

La descripción carece de todo el romanticismo que le solemos dar a nuestras evocaciones de ocasión, en las que resaltan los episodios que convierten la historia en una gesta épica. Conviene discernir mejor qué fue aquello que ocurrió, aquello que "nos" ocurrió, para entender mejor el presente.

Hay una tradición laica, de solidaridad y de lucha en la provincia de La Pampa. Una tradición que no proviene de esos modestos próceres de la historia oficial que llamamos "pioneros", sino de la lucha de clases pura y dura.

La historia comienza con un pueblo originario invadido y asesinado por la voraz burguesía de Buenos Aires, que despachó sus tropas para perpetrar el segundo genocidio, luego del cometido por los españoles en nuestro continente.

Una clase social se apropia de las tierras, instala sus negocios y domina, controla y explota a la población. Lo que se desarrolla a partir de entonces, es el drama social de siempre: la lucha entre opresores y oprimidos.

La llegada de inmigrantes en busca de trabajo, el aporte de las ideas socialistas y anarquistas que trajeron y los conflictos que generaba la lucha de clases, produjeron multitud de episodios que fundaron una identidad que desde entonces venimos construyendo.

Es en este marco en el que se desarrolla la historia de Santa Rosa. Sobre tierras robadas, dirigida su fundación por el espíritu patronal y castrense, convertida en capital mediante una trampa, que a la postre resultó criminal, habida cuenta de las aguas contaminadas con arsénico y fluor que los habitantes consumimos -y muchos aún consumen- durante larguísimas décadas.

La lucha por la educación y la cultura, corrió paralela con las luchas por la justicia social. El capítulo de la fundación de la cooperativa de servicios públicos es una gesta interclasista que mostró la potencialidad de la unidad popular, pero también demostró la insuficiencia del cooperativismo para resolver el problema de la justicia distributiva.

Esta construcción social de años, sentó una tradición de corte democrático-burgués, que relativizó las injusticias sociales -aunque aflorarán las protestas-, para priorizar un cambio administrativo dirigido a romper la dependencia directa del poder político de Buenos Aires. La provincialización fue el objetivo de progreso que se planteó la provincia y Santa Rosa se convirtió en la punta de lanza.

La ausencia de proletariado industrial suaviza las contradicciones de clase en el seno de la sociedad santarroseña. El aluvión de nuevos residentes de las últimas décadas, le cambia dramáticamente el carácter a esa identidad que se venía forjando. El compromiso ciudadano con la memoria es menor, porque un altísimo porcentaje de habitantes no tiene sus raíces familiares hundidas en La Pampa.

Pero la lucha de clases sigue estando. Como memoria y como presente. Opresores y oprimidos siguen existiendo. En épocas anteriores, los vecinos tenían una presencia importante en las decisiones políticas, pero hoy una corporación que gobierna en su nombre ejerce un poder omnímodo desde hace décadas.

Si algo marca con claridad la decadencia, es la elección de Juan Carlos Tierno como intendente. Es el símbolo del deterioro de una sociedad que ya no tiene capacidad de enfrentarse al poder aunque más no sea para corregirle el rumbo. El discurso de lo "popular" fue hegemonizado por el peronismo, y su demagogia y paternalismo volvió dóciles a las masas que lo apoyan. El discurso opositor, "democrático", fue hegemonizado por clases sociales que sólo le cuestionan métodos, formalidades y ritos al peronismo, pero no los asuntos de fondo, como la propiedad de los medios de producción y de cambio.

Para entender a Santa Rosa hay que despojarse de la historia oficial, idílica, romántica, de los "pioneros", y hablar de lucha de clases, de explotadores y reaccionarios como Luro, Anzoátegui, Capdevielle, Larraburu, Saran, la Guatraché Land Company, Estancias y Colonias Trenel. Y también de La Anónima -los cazadores de pobladores originarios-, de Carrefour, de las siniestras entidades bancarias, de sociedades anónimas terratenientes que están arruinando el medio ambiente con sus feed lot, con la soja asesina, de los represores genocidas que aún están libres y entre nosotros.

Si tratamos de entender a nuestra ciudad desde este punto de vista, nos daremos cuenta de que hay cambios necesarios, que los trabajadores tienen que encabezar ese cambio, y para ello deben liberarse de la humillación y dependencia cotidiana a que los someten las clases dominantes a través de sus partidos, caudillos y punteros.

En la memoria popular están las huelgas agrarias, la gesta cooperativa, la huelga salinera, la resistencia a la dictadura. En la recuperación de esta historia estará nuestra fuerza y nos servirá para identificar al enemigo y elegir los caminos a seguir.


MUNGUI
Anónimo Anónimo dijo...

También en este concienzudo opúsculo habría que detallar los vicios que tuvieron aquellos primeros militantes radicales encolumnados en el socialismo, que también participaron de la prebenda, dejando abandonados a su suerte a los obreros. Tampoco se debne olvidar las negociaciones y adhesiones de los comunistas y otras fuerzas progresistas a la Unión Democrática, para derrocar gobiernos legítimos y populares. La participación de muchos intelectuales en la Revolución Libertadora (Fusiladora), como Raúl Dátri, fundador del diario La Arena, o en la última dictadura, además del mismo Gobernador Jorge como también estaba el famoso "jotave". El peronismo demagógico reinvidicó a los obreros postergados por la oligarquía y la burguesía, incluso en su "resistencia" y en el enfrentamiento a la Triple A y el Proceso de Reorganización Nacional perdió la mayoría de sus cuadros políticos.
Amigo, no lea sólo de un lado de la hoja, muestra la cara y la seca de la historia.

27 de febrero de 2008 19:02

Anónimo Anónimo dijo...

Comparto estos señalamientos específicos. Como habrá visto, se trata de un análisis general, que no cita casos particulares. Si así fuera, habría que incluir a esos y otros nombres y casos que usted cita, porque el gorilismo en nuestro país fue y sigue siendo muy amplio.

También habría que puntualizar que Perón estuvo de 1938 al 40 en la Italia de Mussolini, que incorporó a su Gobierno a José "el gallego" Figuerola (ministro del gobierno fascista de Primo de Rivera en España), que protegió a criminales nazis huidos en la 2º Guerra o decir que López Rega, Llambí, Lastiri, Isabelita y Casildo Herreras eran también el peronismo.

Me parece que no tenemos que perdernos en esas particularidades, que hay que recoger la historia con beneficio de inventario y ver cómo elevamos la calidad de la obsoleta democracia que tenemos.

Gracias por la reflexión, porque también es verdad que los verdaderos luchadores peronistas han escrito un capítulo de la historia que tiene que estar en la memoria popular en cada lucha por una reivindicación o por un derecho.

MUNGUI.

27 de febrero de 2008 20:02

Anónimo Anónimo dijo...

Estimado amigo, coincido plenamente cuando puntualiza en recordar aquellas primeras relaciones carnales que mantuvo el "Pocho" en Europa, tanto la conexión italiana como la alemana, tampoco se olvide que también citaba el Libro Verde de Kadhafy, y no hay duda de que en esos cursos en el viejo continente adquirió parte de su formación fascista y verticalista, pero también hay que reconocer que su polítca trascendió tales vectores para derramarse en ese "movimiento nacional y popular". Comulgo a grades rasgos con su análisis, es más algunas objeciones ya estaban presentes en Martínez Estrada, acérrimo antiperonista, y a contrapropuesta sumo la visión del Jauretche (de Forja) y luego peronista, John William Cooke o Hernández Arregui. No quepa duda que lo realizado desde el peronismo es perfectible, articular las lecturas de Puigros, Ramos, etc... en definitiva, intentar volver al estado como expresan gobiernos de izquierda o similares en el mundo y que avala la Internacional Socialista, para reponer el Estado de Bienestar que permita a los ciudadanos realizarse en la comunidad "ja" organizada (y no por Tierno), sino por las mismas asambleas populares que defiendan y proyecten el interés común.

28 de febrero de 2008 10:43

Anónimo Anónimo dijo...

También comparto a grandes rasgos esta mirada suya. Y viene bien la recordación de Jauretche, respecto de las proyecciones de las primeras épocas del peronismo. En el año 1950 (obsérvese la fecha), Jauretche escribió o dijo en una charla que el contenido revolucionario del peronismo se había ido perdiendo y que ese movimiento se había convertido -cito textualmente- «en un mero coro de aplaudidores». La estructura bonapartista del modelo es lo que le quitó frescura y posibilidad de desarrollo al movimiento. La participación popular estaba rigurosamente vigilada por burocracias sindicales y políticas y terminó estallando. Después, cayó el estado de bienestar y tanto el peronismo como el radicalismo dejaron de tener sentido. Por eso ambos partido han sufrido el despiece que hemos visto en los últimos años. Ni hablar de la izquierda reformista y sin rumbo. Hoy, que se están reformulando los movimientos y partidos políticos para ajustarse a la nueva realidad, es un buen momento para pensar en tratar de defender la democracia y el progreso de los pueblos con las herramientas del futuro, y no recurrir a las ideas viejas, a los moldes del pasado. Veo a muchos dirigentes políticos (peronistas, radicales y de izquierda) tratando de mantener a flote un barco viejo que ya debería de estar en el museo.

28 de febrero de 2008 12:13

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