EL CONTROL SOCIAL Y SU LENGUAJE

Viernes 22 de febrero de 2008

Es cierto, la fuerza es consustancial a la noción de Estado, pero es erróneo concebir un ambiente cotidiano de miedo y amenaza sólo en las dictaduras militares. Una violencia de clase operando dentro de los “cauces institucionales”, también puede tener contenido fascista y hay ejemplos históricos de ello. Esto quiere decir que prácticas fascistas pueden coexistir con la vigencia de la Constitución y que hoy en Santa Rosa están en juego aspectos mucho más grave que un mero “personalismo” o una cuestión de “estilos”.

Cuando la prioridad transita por el orden jerárquico y el control social, requiere una atención más vehemente que consultar qué artículos de la Constitución están entredichos. Veámoslo a partir del lenguaje de Juan C. Tierno. En uno de sus tantos juicios, el último, intentó algo que desvela a todo autoritario, militar o civil : el control mediático. Lo hace acusando a un “grupo operativo u operacional”. ¿Qué quiere decir ese término? Alguien podrá atribuirlo a una paranoia, pero esa expresión castrense, propia de un Rico, un Bussi o un Patti, no puede reducirse a una “locura”.

Otro caso : la figura dominante de “desacato” impuesta para una simple contravención señala también una verticalidad propia de un estado policíaco. Sumemos a estas expresiones las sobredosis de “programas de control” cada vez que un micrófono se aproxima y su máxima de “ordenar la vida”, término que usó también en varias oportunidades, y tenemos un lenguaje muy atractivo para el sector más reaccionario de la sociedad. Y oscurantista, si observamos presencias y palabras de Tierno que enlazan sus obsesiones con el medievalismo de la cúpula local de la Iglesia.

Es un proceso con luces y sombras. La cárcel de Luis Patti convive con la elección de Tierno, pero lo cierto en que en Santa Rosa se vive un clima de involución. Los que impulsan la mano dura rememoran sus apoyos a la dictadura militar y a Menem. Una cuota no menor le corresponde al PJ que nominó a Tierno conociendo sus desequilibrios. Hay otros partícipes como los que especulan con un silencio político “responsable” y otros para los que la “moderación” siempre fue una buena inversión. Ah, ¿y la Secretaría de Derechos Humanos?

Ahora bien, la misma manía por el control social que hizo agigantar la burocracia municipal presupone un ensanche similar de la vigilancia. No hay control sin vigilancia, pero ambos se están practicando de una manera selectiva. No se observa, hacia las grandes empresas y la élite social un celo similar al practicado con comercios menores y jóvenes de los barrios. En este lenguaje del ensañamiento, los perseguidos son apuntados como causantes del desorden.

Con estos ingredientes fascistas se anuncia que los 350 “efectivos” de la guardia municipal se están reclutando y capacitando. ¿Quién controlará esa “formación”? ¿Alguna fuerza política saldrá de la modorra estival y advertirá los peligros de esa aberración? ¿O cada uno de esos “efectivos” será un clon de su inspirador?

Es que todo control social es un medio para algo. Sirve para impedir que los procesos de emancipación individual y colectiva sigan creciendo e incluso que nazcan. Históricamente fue así y hay indicios de que en nuestro modesto medio santarroseño (y pampeano) hay brotes que pisotear. Parar la bota para que sigan germinando, ésa es la cuestión.

Acción y reacción

“La indecisión es una traba para la acción”, dijo Juan C. Tierno cuando nadie atinaba a iniciar su hilera de propuestas en una ronda de candidatos a intendente. Esas palabras no fueron casuales. La exaltación de la acción forma parte del muestrario fascista, teniendo en cuenta que “la duda es la jactancia de los intelectuales”, como afirmara Aldo Rico. La hiperkinesis y la presencia determinante de Tierno, no importa el tamaño del caso, más que una desviación “personalista”, puede concebirse en el itinerario fascista. No olvidemos que desde los primeros “fasci” en Italia, el vocabulario de los precursores del fascismo (Sorel, D’Annunzio) abundaba en palabras que rendían culto a la acción, a los fuertes y a la energía.


TISOCO

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